UN COMIENZO EXTRA-ORDINARIO
Sylvia Davila MM, Earthpipol, Agosto 18, 2022
El comienzo del nuevo gobierno de Colombia fue extraordinario, extra-ordinario, fuera de la ordinario. Y lo fue por varias razones. A la posesión acudió la gente, así como suena, la gente, recordando que compartimos un territorio con gente que viene de las montañas, los llanos, los dos mares, la selva, el desierto. Más de cuarenta millones que vienen de todos lados. En la raíz del enfrentamiento que parece ser eterno está el hecho de que dejamos de vernos, de reconocernos, nos ignoramos y olvidamos la realidad de la inmensa variedad que habita el país. Verlos a todos fue extra-ordinario. También lo fue porque nos habíamos acostumbrado a ver a la gente masivamente en las calles furiosa o triste. Ese día estaba alegre, tranquila, optimista ofreciendo el cuadro de lo que sería en cualquier parte del mundo un país ideal, su gente feliz.
También, y en relación a los últimos tiempos, fue extra-ordinario el gabinete porque todos los nombres elegidos tienen en común preparación, experiencia y conocimiento del oficio que van a hacer. En cualquier nación y en cualquier tiempo, lo mínimo que se espera de funcionarios públicos que deciden la vida de todos es que sepan lo que están haciendo, conozcan el oficio y tengan experiencia en ejecutarlo.
Sin duda fue también extra-ordinaria la conversación del nuevo presidente con los industriales porque, más allá del tradicional enfrentamiento entre derecha e izquierda que ha mantenido al país hundido en una guerra eterna y costosa en recursos y en vidas durante más de cincuenta años, se puso sobre la mesa un modelo económico, una idea para pensar y conversar. Cooperación en lugar de enfrentamiento, el abc de las naciones que han encontrado el camino al desarrollo. Las misiones de cooperación propuestas - acabar el hambre e impulsar las energías limpias - están en la base misma de la supervivencia en un mundo en emergencia, y constituyen una oportunidad productiva de grandes dimensiones.
La posibilidad presente de una transición energética conjunta en el continente sería el primer paso para convertirlo en una potencia mundial unificada. América Latina puede abastecerse a sí misma de alimentos y abastecer al mundo, y sus recursos naturales - agua, viento, sol - le permitiría servir a los suyos y compartir energía limpia con otros. Es casi imposible encontrar una razón para no hacerlo. El panorama al futuro es un proyecto de participación que dejaría inmensos beneficios para todos y mostraría al mundo el poder del trabajo colectivo. Siempre y cuando, es también verdad, surja un liderazgo que condene por igual gobiernos de derecha y de izquierda que rompen el sistema democrático, se levantan como autócratas, oprimen a su gente y dilapidan recursos necesitados con urgencia en la presente crisis planetaria.
La polarización ciega de posiciones políticas extremas ha demostrado ampliamente en Colombia que no lleva a ninguno de las partes a ningún lado distinto que a una guerra sin fin. Por el contrario, la cooperación de todos con todos, no solamente demostraría la inteligencia de ambas partes al buscar nuevos y eficientes caminos, sino que es necesaria en un momento en que el mundo entero está retado y la vulnerabilidad de estos países nos pone alto riesgo. Saltemos juntos antes de que nos cuelguen separados dice un viejo refrán.
Así las cosas, hasta ahora el comienzo del nuevo gobierno ha sido extra-ordinario incluido el impasse de la espada, un gesto innecesario atado al ego que nunca es buen consejero, y que puso sombra sobre otros aspectos más constructivos del evento. Los extremos son nocivos porque no se tocan, obligan a doblar esfuerzos y recursos, frenan el paso, dificultan el avance, y lo cierto es que estos primeros días del nuevo gobierno permiten pensar que quienes llegaron al poder no son extremistas ni pendencieros y están buscando un centro en el que quepan todos. Y eso constituye una oportunidad única en Colombia. Ni izquierda ni derecha, simplemente gente trabajando por salvar al país en un mundo en crisis, y lleno de recursos para hacerlo. La polarización encarnizada termina el día en que todos, los políticos, los empresarios, los medios de comunicación, los periodistas, la gente en general deje de ver al país y sus gentes desde una óptica únicamente política, y empiece a verlo desde los temas que son vitales y urgentes para la supervivencia. ¿Cómo vamos a enfrentar las consecuencias del calentamiento global en esta región del mundo, el trópico, que las sufrirá con especial intensidad? ¿Qué hacer para que nadie en Colombia pase hambre en el siglo XXI y, por el contrario, se convierta en una fuerza preparada y saludable de trabajo colectivo, fuerte, competitiva? ¿Qué pasos podemos dar todos para poder vivir por fin en paz después de medio siglo de guerra? El momento de la humanidad y del planeta no permite pensar en otra cosa. La demora en verlo y hacerlo la sufrirían y mucho nuestros adorados hijos y nietos, los de todos.
Adscrita a ningún movimiento político de derecha o de izquierda y adherida únicamente a la silla de mi casa desde donde escribo estas líneas, sé y veo la oportunidad que tiene Colombia de romper la frontera de su propia historia, encontrarse, luchar unidos en un momento difícil de la humanidad, y salir victoriosa, nueva, productiva y en paz. De esa forma, la gente feliz no sería simplemente la foto de un evento sino la realidad del país. Gente feliz, como Dios manda. Se puede, hay que hacerlo, y ya, el tiempo se acaba. Los hijos y nietos lo agradecerán, no podemos fallarles. / Sylvia Dávila MM, EarthPipol, Agosto 18, 2022
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