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Silvia Davila MM
Bogotá, Colombia
Copyright
Octubre 12, 2018
Illustrations Google Images
CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DE COLOMBIA, IVAN DUQUE

Estas líneas no tienen intención política o partidista, ni siquiera de opinión sobre su corto mandato o sobre sus proyectos de gobierno que, en el discurso de posesión, venían llenos de esperanza. Es, simplemente, una revisión a un juego internacional que, al parecer, busca participación de Colombia. Es una mirada al globo, a título de reflexión.

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Lo que está sucediendo en los Estados Unidos, en medio de su complejidad, es en realidad simple: los Republicanos, usando una herramienta arcaica, el Consejo Electoral, se hicieron a la Presidencia con un hombre que, a todas luces, desconoce el oficio e ignora todas las variables que rigen este mundo. Mientras el país entero está concentrado en sus desmanes, los políticos que lo sostienen se apresuran a empujar todas las medidas que sirven a sus particulares intereses. De ahí la reducción de impuestos a sus empresas a costa de la salud y la educación de su gente, o la reducción de medidas ambientales sobre las empresas de carbon a costa de la Humanidad. Dentro de ese grupo protegido por los Republicanos en el Congreso Norteamericano, están los productores de armas quienes, más que exención de impuestos o reducción de leyes, buscan una guerra para activar su producción. El Medio Oriente, mercado tradicional para sus guerras, ha visto un viraje en la co-relación de fuerzas políticas reduciendo la capacidad de acción de los productores de armas de occidente. El Presidente Coreano, entretenido con las armas como con juguetes, les abrió una opción que se vio claramente en la agresión verbal del actual presidente de los Estados Unidos, situación que China detuvo bien y a tiempo. En busca de una guerra, entonces, Maduro se abre como una gran ventana que tiene al otro lado del marco a Colombia. Se activa, entonces, un libreto viejo, ya escrito y aplicado en muchos lugares para iniciar guerras - incursiones fronterizas, ataques individuales, rumores - todos orquestados por quienes desean iniciarla. 

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El punto en este caso específico es que el gobierno de Maduro sí es una dictadura, irresponsable, incompetente y, sobretodo, indolente con el sufrimiento de su propia gente. Pero asumir que la intención de un gobierno, como el actual en Estados Unidos, que ha demostrado claramente su desdén por los Latinos, Latinoamericanos, es humanitaria o política, sería una ingenuidad costosa. Es un negocio. Es la Norteamérica Republicana buscando reactivar sus empresas bélicas. Iniciar una guerra es más fácil que terminarla, y si hay algún país en el planeta que lo sabe es Colombia que tomó cincuenta años en terminar la suya. De permitirse formar parte de unos intereses que están lejos de los proyectos del país para surgir en el mapa Latinoamericano y en el Mundo, Colombia estaría hundiéndose de nuevo, y esta vez fatalmente, en un atraso perenne y en una destrucción varias veces más devastadora que la que acaba de dejar atrás. También, si Colombia busca liderazgo, debe sostener firme su responsabilidad frente al continente. Convertir la zona en otro Oriente Medio, que sería en lo que se convertiría para el mercado de armas, pondría a todas las naciones del continente contra la pared. Es cierto, también, que en el concierto de naciones de habla hispana regido por una carta democrática, el principio de no intervención entre naciones es un pilar del acuerdo Latinoamericano y esencia de la Democracia. Romper esos pilares es equivalente a perder el respeto del continente así se haga como simple intermediario. 

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Al asumir un cargo que es difícil y lleno de responsabilidad, se jura siempre por Dios y por la Patria. Esta reflexión respetuosa solo espera que inspirado por el primero y motivado por la segunda, proteja al país y a su gente de un negocio fraguado en una cancha de golf a miles de kilómetros de distancia que pone a los Colombianos, la gente, sus familias, su trabajo, sus industrias, sus tierras, su futuro de carne de cañón. Déjeme recordarle sus propias palabras: avancemos unidos, en paz, vamos a producir, a crecer, a conectarnos con el mundo, a educar a nuestro pueblo, todo lo que se iría al traste en el momento en que el negocio Republicano aterrizara en estas tierras. Venezuela necesita ayuda, sÍ. Pero no esa. Lo único que no necesita un país ya azotado es - además - una guerra. Los Colombianos confían en que usted no permita que Colombia se convierta en ficha de un tablero ajeno. Aplique y aplíquese a su discurso, con ningún otro norte que su propio criterio, un criterio que busque una visión centrada, en la que quepan todos, sin extremismos, respetuosa de los derechos humanos, pro-activa, con la GENTE, toda, como objetivo, y pasa la prueba de la historia./ Silvia Davila MM, Octubre 12, 2018, Earthpipol Blog

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