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EarthPipol

LA VERDADERA HIJA DEL FUNDADOR DE RTI

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Por Silvia Davila MM

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Bogotá / Copyright/ Mayo 1, 2018

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Por: Silvia Dávila MM

Mayo 1, 2018

 

Es claro que en el momento de hacer una adaptación televisiva de un hecho histórico el libretista se ve obligado a hacer ajustes que sirvan al entramado dramático. También es claro que, por la misma razón, los productores cambien los nombres reales para poder hacer los ajustes sin visitar juzgados. Eso lo sé y es así. Sin embargo, cuando en la serie sobre la vida de Jaime Garzón que está al aire, uno de los personajes se presenta como la hija del fundador de RTI y el fundador de RTI sólo tuvo una hija en la vida real, la persona queda ampliamente identificada y, en este caso, tristemente desdibujada. Puesto que la desdibujada es pública, me permito decir públicamente algunas palabras, no con el ánimo de que se cambie lo que, seguramente, ya está escrito, sino para hacerle justicia a la mujer excepcional, inteligente, culta, rigurosa, respetuosa, exitosa y divertida que fue, en realidad, la hija del fundador de RTI.

 

Claudia Gómez Morales fue el producto de una pareja muy conocida en los medios de comunicaciones y cultura en Colombia. Fernando Gómez Agudelo conocido por la operación relámpago que coordinó tecnología Europea, cerebros de MIT, personal Latinoamericano y su indiscutible liderazgo que hizo posible la primera transmisión de televisión en Colombia, medio que lideró en contenido y tecnología hasta su muerte. Y Teresa Morales, una ama de casa quien, una vez sus dos hijos crecieron, decidió entrar a la universidad a estudiar Filosofía y Literatura y quien hoy en día es miembro de la Academia de la Lengua y de la Academia de Historia. Lo digo porque el suyo era un hogar en el que se respiraba música, literatura, arte, poesía, buena mesa y algo que los unía como goma: un humor agudo que hacía las delicias de las sobremesas. Se reían de ellos mismos y de todo. La criatura que produjo esta pareja, por lo tanto, no era una “gomela” intolerante como la pinta la serie de Garzón. Por el contrario, en su crianza Claudia Gómez tenía impresos sed por el conocimiento, respeto por la variedad humana, y gusto por las cosas bellas que podía disfrutar en fluidos tres idiomas. Todo ello quedó comprobado en su carrera académica y profesional.

 

Estudio Biología en la universidad de los Andes e hizo una especialización en Harvard. Al regreso al país, sus intereses científicos la llevaron a hacer prácticas en la Sierra Nevada y en la zona del Miriti en Colombia en donde se aplicó, con una disciplina y rigor muy propios de ella, a estudiar la variada vegetación del trópico. Fue, precisamente, esa experiencia la que la llevó a las comunicaciones. El primer proyecto de televisión de su autoría le dio el premio Simón Bolívar: La Expedición Botánica que hiciera el sabio José Celestino Mutis, presentada en televisión por su conocimiento científico y la mirada aguda de un ojo culto. Contrario a lo que sugiere la serie, su trabajo profesional en comunicaciones no lo hizo en RTI. Después de la expedición botánica se movió al cine y fue a dar a la película Crónica de una Muerte Anunciada dirigida por el italiano Francesco Rossi, y más tarde al equipo de asistentes de dirección de Ronald Joffe en la película La Misión protagonizada por Jeremy Irons y Robert de Niro. Todas esas correrías profesionales desde la sierra hasta los sets las hizo con una cámara Nikon colgada del cuello con la que hacía reportajes espontáneos de sus propias experiencias dejando un magnífico registro fotográfico.

 

Exitosa por derecho propio, en una de las vueltas de la vida fue a dar a la dirección del Noticiero Quac de Jaime Garzón, un programa que fue posible porque cuando todos temían la mente fulminante de Garzón, RTI que ya había demostrado el valor que le daba al humor con la serie El Chinche, le dio plataforma y financiación para que Garzón hiciera lo que más le gustaba hacer: decir la verdad sobre todas las cosas. Para acompañarlo en la producción se necesitaba, supongo, una mente igualmente brillante y divertida pero con más conocimiento del oficio de producción. Claudia Gómez dirigió Quac, pienso yo, porque le daba la talla a Garzón. Pero no como la describe la serie. El estereotipo fácil de una hija de papi impositiva y regañona es el opuesto de lo que era. Claudia tenía lenguaje, comportamiento y agudeza mental pero, sobretodo, sencillez. Estoy segura de que ella y su papá desde donde estén, al igual que Tere la mamá, Gabriel el hermano, Humberto el esposo y todos los amigos y amigas del colegio, la profesión y la vida, estarán riéndose de su caricatura televisada. Tacones usó, quizás, dos veces en la vida, en el grado y cuando recibió el Simón Bolívar; su maquillaje era una bolsa diminuta que nunca encontraba en el laberinto de su tocador; el esmalte rojo le era tan ajeno como la construcción de turbinas; y un sastrecito de dos piezas para toda ocasión no existía en su ropero. Cuando la ocasión la obligaba a ponerse elegante lo hacía y salía sentenciando: “Ok, ya estoy vestida de señora coliflor”. Claudia no era la hija de papi que no entendía lo que estaban haciendo o imponía censuras. Aunque la política nunca estuvo presente en su agenda, su mente cultivada, aguda mirada y total rigor en el trabajo hacía, de hecho, posible que el programa se hiciera.

 

Es verdad que lo que Claudia Gómez – Clo – fue para quienes la conocimos no va a cambiar por una serie de televisión en la que es mal interpretada, pero es irónico que sea, precisamente, el medio al que ella y su papá dieron tanto, el que dé al traste con el legado de una mujer excepcional que el cáncer se llevó cuando tenía apenas 42 años. Todos los demás personajes de la serie andan todavía en este mundo y sus propias trayectorias hablan por sí mismas de lo que cada uno es, pero Claudia esta muerta y no puede responder con su agudo ingenio o su sonora carcajada que tenía la peculiaridad de que se producía en escala. La conocí a los ocho años, crecimos juntas, fue madrina de mi matrimonio y de mi hija, mi mejor amiga, mi hermana. Por eso frente a una serie que denota desconocimiento de quien ella era, levanto mi voz para recordarla. Para eso son los amigos. Y también para enviarle un mensajito a ella, aquí entre nos: “Clo, es mi deber informarte que andas en televisión rubia y vestida de señora coliflor”. Sylvia Dávila MM, Mayo 1, 2018

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