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COLOMBIA
La Paz...
UN PROYECTO DE VIDA PARA TODOS
TEMAS:
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Un Proyecto de Vida para Todos
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Policía y Comunidad
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La Paz Un acto de Imaginación
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La Pedagogía del Plebiscito
Por Silvia Dávila MM
EarthPipol www.earthpipol.wix.com/blog
Bogotá, COPYRIGHT
Nov. 20, 2015
Ilustraciones Goolge Images
La Paz la quieren todos los colombianos, inclusive aquellos que todavía no saben que la quieren. Porque la paz, además de terminar la guerra, lo que hace es permitir enfocar todos los recursos y esfuerzos en crecer, y crecer todas las regiones sin el obstáculo de zonas vedadas, aisladas o incomunicadas a causa de la guerra. La Paz es un cambio de dirección de la Nación del desgaste a la producción, del miedo al optimismo, de ser el caso aislado en este mundo en el que personas de la misma nacionalidad se matan hace años, a ser un país insertado en las transformaciones que sufre este mundo a nivel global. La Paz la quieren todos pese a que hay algunos que todavía no lo saben.
Por eso, el plebiscito que se propone debería ser un anticipado sí rotundo. Sin embargo, aun se mueve en una marea opaca de opiniones encontradas. Eso sucede porque la gente aun no sabe qué tanto quiere la Paz. En casi todas partes del mundo los proyectos de gobierno están enmarcados en un lenguaje rígido, un discurso que hace tiempo se volvió paisaje y que invariablemente termina personificado en este u otro gobernante y no en el contenido mismo de lo que se busca. La Paz necesita entendimiento, comprensión de lo que con ella sucede a nivel de la vida de las personas, personas que tras años de guerra han sido empujadas a aplicar el principio de salvar el pellejo propio. La paz es un momento mágico para que Colombia promueva una visión de trabajo comunitario, de nación, todos con todos, hacia objetivos precisos. Un cambio de dirección con derroteros ciertos, comprensibles para todos, metas. De la misma forma en que los habitantes de Bogotá, por ejemplo, saben que quieren bien sea un metro, descontaminación del agua, infraestructura vial y otra serie de proyectos vívidamente sentidos, los Colombianos necesitan tener objetivos claros en perspectiva. Algunos de ellos pueden verse en medidas en curso que aparecen eventualmente en los medios informativos, medidas como la gigantesca inversión que se ha hecho en el Pacífico y la incursión del país en APEC , región del Pacífico, que conduce al despertar de una inmensa y rica zona del país tradicionalmente abandonada; el efecto práctico en la vida de las regiones y de las PERSONAS de las regiones de la nueva distribución de regalías y su proyección geométrica a toda la nación; los objetivos precisos de inversión del dinero que no se va a gastar en guerra; la aplicación práctica de las fuerzas armadas que, dejando de lado el sector corrupto, es una fuerza organizada, disciplinada, y capacitada que puede participar efectiva y exitosamente en muchas áreas de la vida del país; cómo va a participar el sector privado en una nueva era que obliga el crecimiento no de algunos sectores aislados sino la creación de una fuerza nacional productiva y preparada capaz de lidiar con éxito el tablero internacional, por citar solo algunos ejemplos.
Los Colombianos deben ser capaces de liberarse de la gelatina miope de una política arcaica que arrincona fragmentados a todos sus habitantes en torno a intereses individuales y que no les permite verse como nación. La Paz es la médula espinal de la vida de todos los colombianos entendida en ambas acepciones: el fin de la guerra y un Proyecto de Vida hacia el cual trabajar con esperanza. Los acuerdos a los que se está llegando son los que pasan por las heridas cargados de dolor, el proyecto de vida es la luz al final del túnel. Para que ambas cosas sean posibles es necesario, de un lado, una transparencia cristalina en los acuerdos. Todo vacío informativo será llenado por frases que denotan ignorancia pero ejercen impacto. No puede haber salidas aventajadas, soluciones ocultas o micos disfrazados. Para que los acuerdos de paz sean un hecho, todos los colombianos deben ser capaces de mirar con honestidad la tragedia de la que vienen. Y del otro lado, la belleza del proyecto es que la salida de una guerra que nadie nunca entendió es - precisamente - ayudar a la gente a entender las virtudes de una vida productiva en paz. Hay que pintar un paisaje...tan colorido como lo es el país mismo, un paisaje en el que todos quieran vivir y por el que todos quieran trabajar juntos. Un proyecto de Vida que les confirme por qué todos quieren la paz aún los que todavía no lo saben../Silvia Dávila MM, EarthPipol, Nov 20, 2015
El hecho es que las Fuerzas Armadas en Colombia se vieron obligadas a virar su funcionamiento de los objetivos que les impone la Constitución y justifica su existencia, a otros objetivos que sostenidos en el tiempo explican su corrupción. Las fuerzas militares que tienen como tarea constitucional defender al país de agresiones externas, han sido dedicadas durante más de cincuenta años a defender al país de agresiones internas provenientes de las guerrillas y el narcotráfico. La fuerza naval que debe cuidar de los mares, las costas, los recursos y facilitar el comercio marítimo, han tenido que enfocarse en perseguir e interceptar cargamentos ilícitos. La policía, pilar de la tranquilidad de las comunidades, ha terminado en los actuales episodios que más allá de un video, un general o un escándalo mediático, pone sobre la mesa una de las necesidades más sentidas de los ciudadanos: todas las comunidades necesitan a su policía. La frase "llame a la policía" es uno de los recursos más valorados por los ciudadanos de todo el mundo siempre que los rodea una circunstancia que requiere de una rápida y eficaz mano de ayuda. Las otras dos fuerzas - militar y naval - son para el país. La policía es para la GENTE. El hecho, sin embargo, es que en todas partes del mundo cuando llega la policía la gente descansa. En Colombia cuando llega la polícia ambos, justos y pecadores, quieren salir corriendo. Es un hecho. Este escándalo reciente, sin embargo, más allá de la justa indignación y reproche generados en la opinión pública, puede representar un momento mágico para recuperar a la policía que se perdió en la guerra contra el narcotráfico. Y para hacerlo es necesario recordar ambas partes de su historia.
Durante el comienzo de la lucha contra Pablo Escobar, antes del enfrentamiento abierto de los carteles, fue la Policía la que puso la cara y los enfrentó hasta el punto que se dice que Escobar se ufanaba de poner sobre su escritorio una figurilla nueva de un policía cada vez que sus hombres mataban a uno. La policía era su enemigo acérrimo. Pero perseguir las redes del narcotráfico fue también su perdición. Alli como en las otras fuerzas - una institución escalafonada y construída por toda una variedad de personalidades desde el soldado más pobre hasta el general más ambicioso - constituyó un frente con demasiadas potenciales fisuras como para resistir la fuerza corruptora que representaba el dinero de los capos. Se volvió también el principal objetivo de estos para ganar oficiales a su causa que les permitieran mover sus cargamentos y evitar arrestos. Este hecho sumado al avance de la corrupción que logró el narcotráfico en los círculos políticos a todos los niveles, fue creando el entorno que desdibujaba la función de esta fuerza. El punto crítico que apuntaló el deterioro de la función institucional de las fuerzas armadas llegó cuando para atrapar a Pablo Escobar recién escapado de la carcel, la institucionalidad colombiana, quienes lo buscaban, aceptaron la ayuda del cartel de Cali para atrapar al jefe del cartel de Medellín, hecho publicado en los Medios. En ese momento, se cruzó la línea sagrada que divide a "policías de ladrones". Con anuencia institucional, las fuerzas armadas entraron en contacto directo con las fuerzas fuera de la ley abriendo un boquete por el que entró con todo su impacto el poder corruptor del narcotráfico a las instituciones que lo enfrentaban. Lo demás es historia.
Desde entonces y rodeadas por un ambiente político también corrompido en inflintrado por el narcotráfico, las fuerzas armadas quedaron viviendo un mundo dividido: el de aquellos que fieles a su juramento encuentran honor en una hoja de servicio calificada, sacrificada, eficaz y limpia; y la de aquellos que asumieron la desviación de sus funciones y el acto corrupto como forma de trabajo y de vida. Cuál es la proporción entre esos dos mundos? Sólo ellos lo saben. Poner al comando de las instituciones a los primeros, sin embargo, permitiría volver a llevarlas a su cauce. En el caso de la policía y tras un conflicto prolongado, los ciudadanos se acostumbraron a desconfiar de ella y a temerle. La dialéctica de su oficio, sin embargo, indica que son los ciudadanos lo que más necesita la policía para el éxito de su trabajo. Una relación que hay que volver a empezar desde cero. Quienes busquen recuperar la institución, deberán encontrar la forma de borrar de la mente de los ciudadanos el comportamiento corrupto, el soborno, el uso de la inteligencia institucional para hacer persecusiones sistemáticas, tortura psicológica, extorsiones, atropellos, en una palabra, deben volver a implantar en el sentido de confianza de la gente la seguridad de que están usando su fuerza para SERVIR, no para hacer daño. Hay con quien. Son varios los individuos que tuvieron el valor de prender alarmas como sucedió con los falsos positivos o la cadena de prostitución. Son esos los individuos a rescatar pues su acción corajuda tuvo que estar empujada por un honesto sentido de responsabilidad.
Una de las ventajas que traería la Paz es que las instituciones armadas podrían volver a sus funciones constitucionales y a nuevas y positivas funciones que dicte el posconflicto. Rescatar a la Policía para la GENTE es un paso crítico en el proceso de paz e implica un proceso de JUSTICIA que - al igual que con otras fuerzas fuera de la ley - deje claro que la ley en Colombia - sus ventajas y castigos - es para TODOS. Las Fuerzas Armadas, la justicia y el país como un conjunto pueden imponerse el reto y saber si quieren y pueden devolverle a la institución armada la dignidad, el respeto, el honor y la gloria perdidos, y a los ciudadanos la tranquilidad perdida. "Dios y Patria", nada más que su juramento. /Silvia Davila MM, Febrero 22, 2016, EarthPipol
Colombia - POLICE AND COMMUNITY
The fact is that Armed Forces in Colombia were forced to shift their functions from the constitutional mandates that justify their existence to other aims that explain its corruption. Military forces which constitutional mandate is to defend the nation from external aggression, were set during the past fifty years to defend the nation from internal aggressions coming from guerrillas and narco traffic. The naval force which duty is to guard the seas, shores, resources and assist maritime commerce, were focused on chasing and intercepting illegal shipments. The Police, pillar of citizens tranquility, ended up in the present situation that beyond a video, a general or a mediatic scandal, puts on the table a much felt need of Colombian citizens: all communities need their police. The phrase "call the police" is the most valued resource of all people in the world whenever circumstances require a fast, efficient helping hand. The other two forces - military and navy - are for the nation. The Police are for the PEOPLE. The fact, however, is that everywhere else whenever the police show up people rest. In Colombia when the police shows up both - just and sinners - want to run. It is a fact. This recent scandal, beyond the just indignation and reproach created in public opinion, could be a good moment to recover the Police that got lost during the fight against narco traffic. To do it, both parts of the story are to be remembered.
At the beginning of the fight against Pablo Escobar, before the cartels war was open, it was the Police the institution that faced him to the point that it is said that Escobar boasted by placing on his desk a little figure of a policemen every time his men killed one. The police were his bitter enemy. But then, chasing narcos webs became also its doom. There as in the other armed forces - hierarchy institutions made by a chain of personalities from the poorest soldier to the most ambitious general - was a front with too many potential fissures to resist the corrosive force the capo´s money represented. It also became their target in order to gain to their cause officials who would assist them with passing their cargo and avoiding arrests. This fact added to the certain advance of narco corruption in political circles at all levels, fed the environment where police function got deteriorated. The critical point, when the institutional function of the armed forces got altered, came when in order to catch Pablo Escobar who had just flee prison, Colombian institutionality, those who chased him, accepted the Cali cartel assistance to find the Medellin cartel head, a fact published in the Media. That moment, the sacred line that divides "police and thieves" was crossed. With institutional permission, the armed forces entered into direct contact with the outlaws opening a huge hole through which went through -- with all impact - narco traffic corruption´s power into the institutions that were chasing them. The rest is history.
Since then and surrounded by an also corrupted and infiltrated by the narcos political environment, the armed forces have lived in a divided world: the world of those who keep their constitutional vow and find honor in a qualified, efficient, clean service sheet; and those who assumed the corrupt act as a way of living and working. What would be the proportion of these two worlds? Only they know. Placing the former at the head of the institutions would permit to put them back on track. As far as the police are concerned, a too long in time conflict led citizens to distrust it and fear it. Dialectics of the job, however, dictate that it is citizens what the police needs the most to succeed in the work. It is a relationship that must begin from scratch. Those who want to recover the police force must find the way to erase from people´s minds corrupted ways, bribery, the use of institutional intelligence to apply systematic persecution, psychological torture, extortions, abuses, in few words, they must reinstalled in people´s sense of confidence the certainty that they are using power to SERVE not to hurt. Not all of them are corrupted, of course. Some of them actually found the guts to set alarms as it happened with falsos positivos and the prostitution web. Those are the individuals to bring back as their courageous act must certainly come from a sense of responsibility.
One of the many advantages that PEACE would bring to the nation is that the Armed Forces could go back to their constitutional duties and other needed tasks during the post-conflict. To rescue the Police for the PEOPLE is a critical step within the peace process and implies a process of justice that, as it has been done with other outlaws, leaves a clear message that in Colombia the law - its advantages and punishments - are for all. The Armed Forces, justice and the nation as a whole can set themselves the challenge and find out whether they want and can give back to armed institutions the dignity, respect, honor and glory lost, and to citizens their lost tranquility. "God and Homeland", that is their vow. /Silvia Davila MM, Febrero 22, 2016, EarthPipol
En un documento publicado en los medios de comunicación por el gobierno de Colombia sobre el proceso de paz que adelanta, uno de sus comisionados se refiere a la paz como “un acto de imaginación”. Y eso es, precisamente, lo que es la paz. Cuando las imágenes son rutinarias tienden a volverse paisaje: lo que está ahí siempre ha estado, el mismo árbol, la misma calle, la misma casa, nada cambia. La rigidez de la imagen, por lo mismo, limita la posibilidad de ver algo distinto. Para hacerlo, de hecho, es necesario recurrir a la imaginación. Qué pasaría si en lugar de un árbol se levantaran dos, si la casa fuera reemplazada por un edificio, si al final de la calle hubiera un parque. En la realidad nada de eso existe pero la imaginación puede crearlo. Y cuando la imaginación crea el mundo cambia.
La población de los países que han sostenido guerras largas está atada a un paisaje estático que sólo la imaginación puede cambiar. Se trata de imaginar las regiones produciendo, intercambiando, generando riquezas en lugar de verse arrinconadas, asustadas, empobrecidas y ensangrentadas. Un acto de imaginación que vea a los muchachos – niños y niñas – cumpliendo sus metas, dando grandeza a sus talentos, disfrutando sus fiestas, en lugar de morir en trincheras, lejos de sus casas, con un tiro en el pecho. Se trata de imaginar abuelas rodeadas de nietos en lugar de madres poniendo flores en los cementerios. Se trata de hacer uso de una imaginación solidaria si esos muchachos y esas madres estuvieran en el propio pellejo. Se trata de imaginarnos todos dando rienda suelta a las ideas, convirtiéndolas en oficios, ganándonos la vida, creciendo familias, “haciendo patria” sin el temor de la bala, el abandono, la muerte o el irrespeto. Se trata de imaginar todos los caminos de esta variada y extensa geografía poblados con gente trabajadora, vibrante, hospitalaria y dueña de tierras ricas y productivas. Es el ejercicio de imaginar un país orgulloso ejerciendo liderazgo en su continente y en el mundo.
La paz no es solamente la compleja negociación de dos o varios bandos enfrentados. Es un acto de imaginación de todos los implicados, es decir, todos. La paz hay que imaginarla. Hay que imaginar las distintas instituciones cargadas de debates que impulsen visiones variadas y contrarias – esencia de la democracia – en lugar de balaceras en las esquinas, los campos y las montañas. Imaginar unas fuerzas armadas fuertes y orgullosas de servir a todos los colombianos en lugar de verse obligadas a perseguir hermanos. Se trata de imaginar un mundo en el que existen diferencias – siempre existirán – y respetarlas para que el jardín de mi casa sea igualmente sagrado para cada uno y para el vecino. Se trata de hacer el ejercicio de romper la imagen rutinaria, estática de más de sesenta años – vencer el escepticismo, la desesperanza y la desconfianza – para dar paso a una imaginación creativa que produzca la transformación fundamental para el futuro del país: el miedo que da paso a la iniciativa. En un país de tan variado contenido como este, el impulso de una iniciativa dinámica le daría un salto histórico en el tiempo. Se trata de creernos y querernos.
Las estadísticas mundiales anuncian que para el año 2050 el mundo vivirá un embudo: una población económicamente activa pequeña rodeada de una multitud de gente mayor y de niños. Esa población activa del 2050 tendrá una pesada carga y son los niños de hoy. Los niños no tienen tiempo para nuestras dudas. Necesitan ya un país en paz que los prepare para asumir una carga histórica. Un país que prepare no a unos cuantos -a todos- porque solamente si son todos podrán hacer un frente unido para liderar un país exitoso en un mundo globalizado y complejo. La situación de hoy quizás no sea la ideal ni responda a los valores que cada uno defiende individualmente, pero estamos presenciando un proceso de paz que muestra una luz al final del túnel. Es por eso, por mis hijos y por los suyos, que voy a hacer uso de una imaginación optimista para darles la esperanza y el estímulo de un país en paz y feliz. Habrá que construir el edificio, plantar el árbol y diseñar el parque al final de la calle, pero en paz y unidos podemos dar rienda suelta a la herramienta mágica que nos crece y nos salva: la imaginación creativa. / Silva Dávila Morales, Junio 11, 2014, EarthPipol, Bogotá, Copyright.
POLICIA Y COMUNIDAD
Por Silvia Davila MM
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Febrero 22, 2018
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LA PAZ: UN ACTO DE IMAGINACION
Por: Silvia Dávila Morales
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Bogotá, Junio 11, 2014