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LatPipol

By Silvia Davila MM

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Bogotá/Copyright

Febrero 10, 2016

Ilustración Google Images

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El Plebiscito sobre la paz que se plantea en Colombia, parecería ser lo mínimo que puede esperar una población que ha entregado más de cinco generaciones a la guerra, una guerra en la que si bien no todos participaron, todos  han sufrido sus consecuencias de una manera directa o indirecta. El proceso mismo conecta, mediante el diálogo, al país institucional con la porción del país agazapada en las montañas. Una vez lleguen a un acuerdo, conectar a la gente al proceso lo hace integral e inclusivo. La paz es para todos porque todos hemos sufrido la falta de ella.

 

Pero para que ese voto sea un voto comprendido, no manipulado o mecánico, nisiquiera un voto empujado por la mera y volátil emocionalidad, los colombianos deben comprender las virtudes de su participación en la clausura de las negociaciones y la sanción de la paz. Virtudes unas más aparentes que otras. La más elemental y visible es la ventaja que implica una economía que puede invertir en el país en lugar de gastar en la guerra, un país trabajando sin el miedo, las limitaciones y la destrucción que ella implica. Quizás más importante que eso y no tan evidente, sin embargo, es la pedagogía que ambas, la guerra y la paz, dejan para la vida de los colombianos. El proceso estudió los crímenes, los perpetradores y las victimas, labor que no puede hacer todo el país sino un equipo como se ha venido haciendo. Pero el aprendizaje que dejan la guerra y la paz sí lo puede hacer todo el país y el Plebiscito crea un escenario idóneo para escribir claro y sencillo en el tablero.

 

La paz aquí y en todas partes se pierde, entre otros motivos, cuando los roles establecidos en la sociedad se corrompen, cuando el interés individual impera sobre el colectivo sin fronteras institucionales que lo pongan a raya: el ciudadano que para defender sus ideas opta por las armas por encima de los mecanismos establecidos por la sociedad; el político o funcionario elegido o nombrado para representar los intereses de la sociedad que trabaja para sus propios intereses; los miembros de la fuerza pública y seguridad que olvidan su compromiso con todos los ciudadanos y antes que protegerlos les hacen daño;  los hacendados, industriales y comerciantes cuya mira está en sí mismos y olvidan el compromiso con la nación o ponen por encima de los instrumentos que la sociedad ha establecido para su defensa, ejércitos propios para librar guerras individuales; las instituciones que se convierten en fortines de política en lugar de sedes de servicio; los Medios que se lucran con escándalos de un día sin seguimiento a la raíz de los males; el ciudadano del común que nisiquiera hace el esfuerzo de informarse. En fin, toda vez que un rol establecido por la sociedad para la convivencia se corrompe y transforma en acciones personales, la sociedad se resquebraja. Cuando el salve su propio pellejo se impone indolente de su conexión y efecto sobre la comunidad, surgen el desorden, la corrupción, la inequidad, la pobreza pero, también, el espíritu humano que se rebela a aceptar esa condición como inmodificable. Sucede aquí y en todas partes. 

 

Responder sÍ al Plebiscito es fácil. Todos queremos la paz. La pregunta que trasciende el momento, sin embargo, es cómo se traduce el hecho de la paz en la realidad de la que surgió la guerra, en la vida de los colombianos. Cómo asegura esta paz la modificación de las condiciones que dieron pie a la situación que hoy se busca acabar. Tanto la experiencia de la guerra como el triunfo de la paz adquieren todo el sentido en el momento en que se evidencie una evolución positiva de la realidad. Y la realidad no es otra cosa que la calidad de vida de sus gentes enmarcada en sus pilares básicos: educación, trabajo, salud, oportunidades, derechos humanos. 

 

El momento está revestido de un aura muy positiva: el gobierno dispuesto a hacer todo el esfuerzo; los levantados en armas dispuestos a dialogar; la mayoría de la población apoya el proceso, las Naciones Unidas están presentes y participando; los Estados Unidos que durante décadas estuvieron interesados unicamente en la guerra de las drogas están hoy apoyando un continente en paz; el continente, a su vez, cerró filas en torno al proceso; el resto del mundo se ha manifestado. Colombia quiere la paz y el mundo nos quiere en paz. Todo ello hace una oportunidad histórica para demostrarle al mundo, más que la dejación de las armas, la construcción - a partir de la paz - de una sociedad capaz de eliminar los motivos de la guerra. Una pedagogía posconflicto que establesca y re-establesca los pilares de toda sociedad civilizada, los principios inalienables de todos y cada uno de los roles sociales, el mapa de ruta de un país que deja la guerra atrás. 

 

El proceso de paz ahora al alcance de la mano, es lo más importante que le ha sucedido al país en su historia reciente. Y si mas allá de alcanzar ese hito, se hace una pedagogía hoy para todos sobre las enseñanzas que dejaron la guerra y la paz, si se conecta a todos los colombianos con una comprensión amplia e ilustrada de lo que ella significa en sus vidas y de la responsabilidad de cada uno frente a ella, el futuro estaría asegurado y en paz. /Silvia Davla MM, EarthPipol, Febrero 10, 2016

 

 

PEACE AND WAR

 

The original title of this entry was "the Pedagogy of the Plebiscite". However, few days after it was published, the Farc guerrillas launched an initiative with the same name. As citizen and journalist, I do want a nation in peace for all of us and for our children, but I do not wish my writing or this blog to be related in any way to any of the parties involved in the ongoing process, even if it is just a coincidence. Therefore the change of the title. Silvia Davila MM, EarthPipol

 

The plebiscite Colombian peace process is proposing seems to be the least to be expected by a population that has delivered more than five generations to war, a war in which not everyone participated but that was felt, in a direct or indirect way, by everyone. The peace process, through dialogue, connects the institutional nation with that part of the nation huddled in the mountains. Once they reach an agreement, connecting people to the process makes it comprehensive and inclusive. Peace is for everybody because everybody suffered the lack of it.

 

For that vote to be understood, not manipulated or mechanic, not even pushed by mere, volatile emotions, Colombian people must see the virtues of their participation in the closure of the negotiations and the sanctioning of peace. Some are more apparent than others. The most basic and visible is the advantage that peace represents for an economy than can invest in the country instead of spending in war, a nations working without the fear, limitations and destruction that war implies. Maybe more important and not as evident, however, are the teachings that both - war and peace - leave for all Colombian people. The peace process studied the crimes, those who did it, and the victims, a job that could not be done by the entire nation but by a chosen team as it has been done. But the learning delivered by war and peace can, in fact, be done by all peoples and the plebiscite builds a suitable scenario to write clear and simple on the board.

 

Peace here and everywhere gets lost mainly when the established roles in a society get corrupted, when individual interests prevail over collective interests void of institutional frontiers to put them at bay: citizens who use weapons to defend their ideas instead of using established institutional mechanisms; officials and politicians, elected or named, chosen to represent people´s interests who work for their own interest; members of the armed as security forces who forget their vows to all people and hurt them before protect them; landowners, industrials, businessmen focused on themselves forgetting their duty to the nation, or that place over society established instruments for defense personal armies to fight individual wars; institutions that become political bunkers instead of headquarters for service; Media that profits of a one day scandal instead of following up the roots of problems; common citizens who do not even try to be informed. Every time a society role established for coexistence gets corrupted and becomes individual, personal actions, harmony in society breaks. When save your own skin prevails indolent of its connections and effects in the community it gives way to disorder, corruption, inequity, poverty but, also, to the human spirit that refuses to accept those conditions as immovable. It happens here and everywhere.

 

To answer yes to the plebiscite is easy. Everybody wants peace. The question that would transcend the moment, however, is how the fact of peace translates into the reality that gave born a war. How this peace ensures a change in the conditions that fired the situation. The experience of war as well as the triumph of peace reach all its meaningful sense when a positive evolution of reality is evident. And that reality is nothing more that Colombian people´s quality of life framed within its basic pillars: education, jobs, health, opportunities, human rights.

 

The moment is surrounded by a very positive aura: the government ready to make all the effort; those in arms ready to dialoguethe majority of the population supporting the process; the United Nations present and participating; the United States that for decades were more interested in the drug war is now supporting and promoting a continent in peace; the continent closed lines around the process; voices all around the world have raised. Colombia wants peace and the World wants us at peace. All of that represents an historic opportunity to show the world not only how to put down weapons, but also a nation able to build from peace a society that eliminates all motives for war. A postconfict pedagogy that establishes and re-establishes the pillars of any civilized nation, the inviolable principles of each and everyone of society roles, a route map for a nation leaving war behind.

 

The peace process now at hand is the most important event that Colombia has seen in its recent history. If beyond that milestone - sanctioning peace - the nation forwards to all its people the teachings left by war and peace, if all its inhabitants get connected to a wide, illustrated understanding of what it means for their own life and their individual responsability towards it, the future is certain and in peace.  /Silvia Davla MM, EarthPipol, February 10, 2016

 

 

 

 

 

Proceso de Paz en Colombia

 

LA GUERRA Y LA PAZ

El título original de este escrito era "La Pedagogía del Plebiscito". Sin embargo, pocos días después de publicarlo, la guerrilla de las Farc lanzó una iniciativa con el mismo nombre. Como ciudadana y como periodista deseo un país en paz para nosotros y para nuestros hijos, pero no deseo que mis escritos o este blog sean relacionados en ninguna forma con ninguna de las partes involucradas en el proceso que se adelanta así sea por coincidencia de títulos. De ahí el cambio. Silvia Davila MM, EarthPipol

 

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