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OLD WALL DOWN

The relationship between the United States and Cuba has impacted for decades, not just the two countries involved, but also the rest of Latin America and the Americas as a whole continent.

ABAJO EN ESPAÑOL


At the dawn of the sixties, in the midst of one of the grates shakes this World has recently seen in terms of society´s transformations, Fidel Castro put an end to a heartless regime, began what in time would become his very own long regime, and launched revolutionary movements all along Latin America. Those movements, in turn, created an extreme reaction embodied in fierce Latin-American dictatorships that spread deep hurt. America built a wall before Cuba sending a small island - short of resources of its own - into the arms of the then Soviet Union and, also, created what would become the symbol of the relationship between the US and the rest of the Americas. Cuba, the drug war and their war on terrorism became for decades the main, if not the only, issue clearly seen in America´s foreign policy towards Latin America. Inside the south continent, the mere existence of Cuba became a veil that shadowed all other Latin-American issues. This fact is especially clear in every Americas Summit that has taken place in these five decades. The light shed by those summits, at least in terms of the Media, is always focused on Castro presence, or not. A good world scenario for the countries at the south of the Americas always blocked and locked by the Cuba issue. An issue that in the static form it has been for fifty years has served no country. Ironically, with the passing of the years, almost every nation on Earth established some kind of relationship with Cuba with the exception of the US. Isolation took a strange turn. The Cuban people, on their turn, lived to the bones the embargo, the scarcity, and the lack of communications. A huge wave of exiles parted families and set extremes within the Cuban communities; and the rest of Latin America got under the shadow of that single issue. Being so, and for five decades, the situation served nobody.


The fact now is that 50 years have passed since Castro took power and America built the wall. Today, neither America nor Cuba, not Latin America nor the World is the same. All of it has changed. The South countries have long ago moved to democracies, struggling, but democracies; the Soviet Union ceased to exist; Cuba has recently showed a shy intent to open much needed doors for its people; America has been led now for six years by a President who has openly showed a people-focused different use of power than what Latin America was used to see in the past; and the World as a whole is charged with new dynamics that oblige new, intelligent, bold thinking for every nation on Earth. Latin America needs to leave the past shores of extremes, of cornered points of view, of inherited hatred on both sides, hatred born from a reality that is no longer. Nations and peoples can, actually, change. The Americas is one piece of land in a changing world. America and Cuba will always be neighbors as will be Argentina and Chile or Colombia and Venezuela. Cubans on both sides need to surmount the old pains and be able to see the big picture, a picture that opens the door to all Cubans regaining their land, leave behind hurt and scarcity and open up their hearts to their mother land and all its people´s rights, inside and abroad. The picture is simple: countries all around the world are now closing lines around their peoples and their regions, the obvious thing to do. Knocking down Cuban symbol of a past that served nobody and all its implication in the rest of the Americas, opens a wide, rich, hopeful horizon for the Americas to embrace these shaking present - through their peoples, economies, industry, commerce, technology, respect for differences and human rights - towards a new beginning of a single, unified, powerful continent passing the test of time. This wall down also reaffirms Barack Obama and Pope Francis as Riders of Change. /Silvia Davila MM, Dec. 18, 2014



CAE UN VIEJO MURO


La relación entre los Estados Unidos y Cuba ha impactado por décadas, no solamente a los dos países involucrados, sino al resto de la América Latina y a las Américas como un sólo continente. Comenzando los sesentas, en medio de una de las más grandes y recientes transformaciones que este mundo ha visto en términos de cambio sociales, Fidel Castro puso fin a un régimen desalmado e inició lo que, con el tiempo, se convertiría en un muy largo régimen, y dio inició también a una serie de movimientos revolucionarios en toda sur América. Esos movimientos, a su vez, generaron una reacción extrema que se materializó en violentas dictaduras que repartieron mucho sufrimiento. Los Estados Unidos construyeron un muro para Cuba empujando a la pequeña isla, dueña de pocos recursos propios, en los brazos de la entonces Unión Soviética. También, crearon lo que se convertiría en el símbolo de la relación entre los EEUU y el resto de las Américas. Cuba, la guerra a las drogas y su guerra contra el terrorismo se convirtieron en los principales, si no los únicos, temas claramente visibles en la política exterior norteamericana hacia Latinoamérica. Dentro del continente, en el sur, la situación de Cuba tendió un velo sobre todos los demás temas que interesan a los países. Este hecho es especialmente evidente en las Cumbres de las Américas que han tenido lugar durante estas cinco décadas. Su foco, al menos en termino de los Medios, siempre es la presencia o no de Castro. Un escenario mundial necesitado por todos los países del continente siempre bloqueado por el tema Cuba. Un tema que, en la forma estática que ha adoptado durante cincuenta años no ha servido a ningún país ni a ningún pueblo. Irónicamente, con el paso del tiempo, casi todas las naciones del planeta entablaron algún tipo de relación con Cuba, todos menos los Estados Unidos. El aislamiento tomó así un extraño giro. El pueblo Cubano, por su parte, vivió hasta los huesos las carencias, la falta de recursos, de comunicaciones. Una ola gigante de exilados dividió familias y creó extremos dentro de la comunidad cubana, y el resto de América Latina quedó instalada bajo la sombra de la isla. Así las cosas, y durante cinco décadas, la situación no servía a nadie.


El hecho es que han pasado 50 años desde que Castro se tomó el poder y los americanos construyeron el muro. Hoy ni los Estados Unidos ni Cuba, ni la América Latina ni el mundo son los mismos. Todo cambió. Los países del sur hace tiempo que pasaron a ser democracias, la Unión Soviética dejó de existir, Cuba ha dado recientemente tímidas muestras de estar dispuesta a dar a su gente muy necesitadas puertas, los Estados Unidos han sido gobernados ya durante seis años por un Presidente que ha mostrado un uso del poder diferente centrado en la gente, distinto a lo que Latinoamérica estaba acostumbrada a ver en el pasado, y el Mundo está ya cargado con una nueva dinámica que obliga un nuevo, inteligente y osado pensamiento en todos los países del planeta. América Latina necesita dejar las pasadas playas de los extremos, los puntos de vista arrinconados, el odio heredado en ambos lados, odio surgido de una realidad que ya no existe. Las naciones y los pueblos, de hecho, cambian. Las Américas son un sólo trozo de tierra en un mundo cambiante. Los EEUU y Cuba van a ser siempre vecinos como lo serán Argentina y Chile o Colombia y Venezuela. Los Cubanos de ambos extremos necesitan sobrepasar el viejo dolor para ver en panorámica un paisaje que abre puertas a todos para que todos redescubran su tierra, dejen atrás la pena y la necesidad y abran sus corazones a su madre patria y a los derechos de todos sus hijos, adentro y fuera de la isla. El paisaje es simple: todas las naciones del mundo están cerrando filas en torno a sus gentes y a sus regiones, lo obvio a hacer. La caída de este muro, símbolo de un pasado que no sirvió a nadie, y de todas las implicaciones que tenía para el resto de las Américas, abre un horizonte amplio, rico y esperanzador para que el continente abrace este presente difícil - con sus gentes, su economía, industria, comercio, tecnología, respeto por las diferencias y derechos humanos - hacia un nuevo comienzo. El de un continente unificado y poderoso pasando la prueba de estos tiempos. La caída de este muro, también, reafirma a Barack Obama y al Papa Francisco como Jinetes del Cambio./ Silvia Dávila MM. Dic. 18, 2014




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